Características generales
Jorge Isaac, adquirió las haciendas "La Manuelita" en 1840 (sede hoy del famoso ingenio azucarero homónimo), y luego la hacienda "El Paraíso" (propiedad de la familia entre 1855 y 1858), que será la "casa de la sierra", escenario de María.
La caña de azúcar llegó a tierras vallecaucanas en los tiempos de la conquista, traída de Santo Domingo por Pedro de Atienza -un vasallo de Sebastián de Belalcazar- y fue cultivada por los sacerdotes, hasta 1767 en las tierras que hoy hacen parte de MANUELITA jesuitas.
Ese año la Corona Española confiscó todos los bienes de la Compañía de Jesús y le dió el nombre de Hacienda Real al inmenso fundo que esta congregación poseía en cercanías de Santiago de Cali.
En 1.770 la hacienda, dotada de un rudimentario trapiche, una hermosa capilla, una amplia casona y numerosas cabezas de ganado, pasó a manos de don Pedro González de Penilla, quien luego la heredó a su hija Florencia. Posteriormente ella le vendió estos terrenos a don Mariano Becerra Carvajal y él los fraccionó en varias fincas. Una de ellas llamada Concepción de Nima, fue comprada en 1.840 por don Jorge Enrique Isaac, padre del célebre poeta colombiano autor de la novela María. En homenaje a su esposa Manuela Scarpetta Ferrer, el señor Isaac la bautizó como Hacienda la Manuelita. Más tarde, la dividió en cuatro parcelas: La Rita, La Primitiva, El Oriente y La Manuelita. Años después les sumó la hacienda El Paraíso que sirvió de escenario a la novela del poeta Isaac.
Jorge lsaacs no hace mención, en ningún momento de su novela, al nombre de la hacienda donde transcurre el amor idílico e inmortal de María y Efraín. El mismo año de la muerte del gran poeta (1895), un amigo suyo, el escritor vallecaucano Luciano Rivera y Garrido, con la María en la mano, cotejó sobre el terreno los textos de la novela con la casa y los paisajes que describe Isaacs, y comprobó que coinciden en un todo con el aspecto físico de la Hacienda El Paraíso. Rivera y Garrido publicó los resultados de su investigación, junto con 16 fotografías "tomadas del natural por el autor del artículo", en la Revista Ilustrada de Bogotá (1899).
Efraín habla siempre del conjunto de haciendas de propiedad de su padre, en una de las cuales, sobre la suave pendiente de una colina, se erige "la casa de la sierra". A setenta varas de la casa un pórtico blanco de entrada al patio, y para llegar a ella hay que trepar por "una verde y tendida falda". "La casa -dice Rivera y Garrido- es de dimensiones considerables y está constituida por numerosas y vastas estancias, todas de techumbre elevada, debido a lo cual reina en ellas deliciosa frescura".
Por sus amplios corredores los turistas juran que han visto vagar, enlazados de las manos, los espíritus de Efraín y de María.