

Cenicienta de las actividades colombianas en los últimos cuarenta años, la cultura ha encontrado, poco a poco, lugares dignos de su noble misión espiritual, la más alta a que un pueblo aspira. Un palacio donde habita la cultura es lo menos que puede pedirse para este ejercicio que no encaja por fortuna en los cálculos del rentabilismo. Y todo un palacio cultural es el que funciona hoy en el soberbio edificio de la antigua Estación del Ferrocarril de Chiquinquirá, uno de los orgullos arquitectónicos monumentales de Colombia.